clavada como un hacha en mi costado,
camino con el peso de los siglos,
con todos los silencios enterrados,
con todas las infamias, las mentiras,
los cuerpos mutilados, los despojos.
Camino lentamente, me detengo,
no soporto el murmullo de la muerte,
ese lamento sordo,
de agua ciega y callada.
Camino sin mis manos, sin mis ojos,
descalza, dolorida, demacrada.
Camino y me desangro por la herida
que tiene un hueco hondo y desolado.
Camino y en mis venas ya no hay pulso…
El latido del mundo se ha parado.
10 comentarios:
ese latido, Marisa, no deja de sonar en cada uno de tus versos...
un abrazo
Yo también percibo eso; aunque no lo sepa poner en versos de esta manera tan certera como tú lo haces.
Un beso, amiga.
¡Hola!
Sentimiento hecho camino...
Saludos de J.M. Ojeda.
triste camino nos toca transitar... pero la obligacion de volver a latir tambien nos cabe...
Poema necesario, de esos que me levantan, que me convocan, no obstante ese dolor que nace de tus versos. Los dos últimos versos son desgarradores.
Un abrazo fuerte, Marisa.
Leo
No podías haberlo expresado mejor.
Se clava muy dentro todo lo que percibimos alrededor.
Eres GRANDE.
Un abrazo.
Es cierto. A veces hay que hacer verdaderos esfuerzos para que ese latido continúe.
Los dos últimos versos son para enmarcar. Con tu permiso los tomo prestados.
Un beso.
Aun así, es preciso seguir caminando, paso a paso, "golpe a golpe, verso a verso"...
He leído lo que has escrito en el diario "Público"... hermoso homenaje... necesaria memoria...
Un abrazo grande.
Marisa, las venas y su pulso siempre recordando que hbo u n latido.
Abrazos apenados.
Sergio Astorga
El poema impresiona por su contenido,Marisa. Su confección es magnífica, aunque me gustaría leerte otros versos,entiendo que no puede ser de otra manera.
Un abrazo
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