martes, 23 de septiembre de 2008


¡Qué triste esta tristeza de domingo!
Se me pintó de gris la madrugada
y se marchó la luna vestida de silencios.

¡Qué espeso este café de la mañana!
Sabe a lágrimas tibias, a cuerpos errantes,
a dolor de invierno y a ceniza en los labios.

¡Qué ajenos los ropajes que me cubren!
No pueden con la fatiga de mis huesos,
ni con la profunda pena de los días
que arrastran los desconsolados calendarios.

6 comentarios:

Borromín dijo...

Llevo unos días un tanto apático y "ausente" pero sólo tus versos hacen que me sienta aún vivo.

Un fuerte abrazo

Marisa Peña dijo...

Te comprendo muy bien. Así que te agradezco muchísimo que vengas a acompañarme en mis tristezas otoñales desde tus ausencias.
Un abrazo.

Silvia Teresa dijo...

Hola Claudia he visitado tus dos blogs y me han encantado. Es bueno encontrar gente que empata con tus gustos.
Un saludo
Silvia

Marisa Peña dijo...

Pues muchas gracias. Espero que sigas pasándote por mis rincones.
Un saludo

carmen jiménez dijo...

Quizá sea el otoño. O quizá la suma de muchos otoños arrastrados en el calendario. Qué triste esa sensación cuando nos embriaga por completo. Quizá el lunes nos haga olvidar y podamos sacudirnos la ceniza de los labios.
Como siempre, un placer.

Marisa Peña dijo...

Mil gracias por compartir conmigo estas tristezas de otoño. Un abrazo

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