domingo, 21 de septiembre de 2008


Todos callados, muertos...
Nada decimos, nada pretendemos,
nada expresamos, nada compartimos.

Sólo la soledad nos acompaña
rodeados cada día de silencios.

Todos parados, quietos.
Incapaces de cambiar el mundo,
incapaces de abrazar un sueño,
temerosos de sufrir los daños.

Cobardes, afligidos, escondidos
en nuestros propios miedos,
en nuestros propios lodos,
en nuestros propios llantos.

No queremos amar, ni ser amados,
ni que nos saquen de nuestra indiferencia.
Y nuestro corazón , aletargado, duerme,
esperando un latido que no llega.

Pasamos como un sueño de humo y piedra,
como el aliento tenue de las flores,
como arena escurriéndose entre dedos...
Y el polvo va borrando nuestras huellas.


8 comentarios:

juan pascualero dijo...

No Marisa! No somos así. Algunos estamos heridos y casi moribundos por luchar. Hemos perdido mucho de las cosas que algunos juzgarían valiosas pero en el fondo de nuestros corazones estamos orgullosos de esas pérdidas que son condecoraciones. Independientemente de lo que me afecta, lo tuyo está impresionantemente bien escrito

Marisa Peña dijo...

Lo sé Juan, lo sé. pero a veces me siento así cuando contemplo a los que me rodean. Me alegra tu vehemencia y me devuelve la fe. Un
abrazo

carmen jiménez dijo...

La verdad es que hay que pisar fuerte para que las huellas perduren, y éso siempre da un poco de miedo, a veces mucho. A veces nos hundimos en ellas y desearíamos no haber pisado nunca esas tierras, pero por mucho que queramos escondernos, nuestros pasos nos siguen.
Como siempre un placer poder disfrutar tu poesía intimista.

Marisa Peña dijo...

Pisar fuerte, dejarse herir, aceptar los desafíos es siempre incómodo. Gracias por seguir compartiendo tus opiniones. Es un regalo hermoso que me da la vida: la oportunidad de recoger vuestras voces y leerlas como un elemento más de cada poema. un abrazo

Unknown dijo...

Cáscaras, corazas, liviandades, mirar para el costado, y no volverse loco. Las miserias son siempre de los otros hasta que al fin son nuestras.

Goliardo dijo...

Paseando por el barrio blogger, me topo con este hermoso jardín. Bellas palabras para grises sentimientos, que a veces resultan luminosos, sobre todo cuando están dichos con belleza. Y qué más se le puede pedir a la poesía. Gracias, prometo volver por más.

Marisa Peña dijo...

Bueno Santi a veces la rabia también se hace poesía. Curiosamente así se conjuraun poco y se alivia por la palabra. Me gusta renacer de las cenizas aunque primero tengo que quemarme del todo...

Marisa Peña dijo...

Encantada y bienvenido. Un abrazo.

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