Si le ponemos nombre y rostro al sufrimiento ,
si no son sólo cifras vacías y distantes,
si detrás de la barbarie hay pequeñas historias,
vidas rotas, profundos silencios.
Si dejamos de fingir que nunca pasa nada,
que nada nos afecta porque no es a nosotros,
entonces, por un momento, a penas un instante,
sentiremos en las manos todo el dolor del mundo.
Y lloraremos todas las lágrimas,
y gritaremos todos los gritos,
y enterraremos a todos los muertos,
y sangraremos todas las heridas.
Luego, exhaustos,volveremos al mundo que nos aloja,
para seguir la dulce rutinade nuestro confortable bienestar...
4 comentarios:
Tras unas semanas ausente, por una vez, y sin que sirva de precedente, he podido disfrutar de unas vacaciones, regreso para leer con avidez las "perlas" que van adornando tu blog.
Siento que el de Marta se cierre, y más aún el haber tardado tanto en dar con vuestros "bosques" en los que, todo hay que decirlo, me encanta perderme.
En cuanto a esta entrada, que fácil resulta ver la vida sentado en el sillón de nuestra casa; leer los períodicos o ver las noticias en la televisión, hacen que todo parezca un poco más lejano, y que nuestra, mal llamada "humanidad", se diluya un poquito más cada día.
Al menos, me permito pensar que aún hay gente con sensibilidad.
Gracias, y un abrazo.
Un placer verte por aquí de nuevo. Lo de Marta lo estoy superando porque sé que seguirá ahí en su "desván de libros" maravilloso, y que su talento pronto nos sorprenderá. Yo he tenido una crisis que te invito a comprobar en mi otro blog, pero voy sorteando las dudas gracias a las afectuosas palabras de mis "incondicionales" lectores. Gracias.
Después de ese momento de claridad, después de verle de cerca la cara a los inocentes condenados de este mundo, no es posible ya volver a la dulce rutina del bienestar. No se puede ya después escapar a la tristeza. Y hay quien no lo entiende...
¡Qué bien lo entiendes! Esa falsa vuelta a la normalidad... Cuando se mira a la cara a los que sufren ya nada es lo mismo.
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