jueves, 30 de octubre de 2008



Hay un silencio gris,
y una blanca quietud,
y un mar en calma...
y una luz triste,
y un viento de invierno,
en tu oscura mirada
detenida.


Y todo puede ser
si asumimos que nada es para siempre,
y que nos pertenece esa osadía
de creernos, incluso, necesarios
cuando nada, en el fondo, permanece.

10 comentarios:

Marta Fernández Olivera dijo...

Nada permanece y es cuando entra aqui el papel del fotografo, que da pasaportes de eternidad a escenas de la calle, de voluntarios que posan dispuestos a no morir nunca, pero si somos conscientes de que nada permanece, entonces cada segundo de vida cuenta en cada resta que el relog nos da.
Un abrazo

Marisa Peña dijo...

Lo cierto es que los fotógrafos sois magos del instante. Y, gracias a vosotros permanece la vida, detenida en la fotografía, para siempre...
Gracias por venir, detenerte en mis instantes y hacerlos tuyos.
Un abrazo sincero tambiénpara ti.

Borromín dijo...

Todos en algún momento tenemos una mirada así, y para algunos es permanente... dicen que la mirada es el espejo del alma.

Cuan ciertas tus palabras, ¡qué pobre es aquel que piensa poseer algo!, ¡qué triste el que se cree imprescindible!...

Cada día me sorprenden más tus dulces creaciones.

Un abrazo

Marisa Peña dijo...

Gracias por tus palabras que vienen siempre como una hermosa caricia. Nada permanece excepto la palabra y la poesía...

Maria Luisa dijo...

¡DELICIOSA!

Creo que algo permanece, los recuerdos, los momentos.
Necesito creer.

Marisa Peña dijo...

Claro que sí. Permanece todo aquello que llevamos en la memoria, siempre. Un placer volver a tenerte por aquí.

carmen jiménez dijo...

El tiempo se ha detenido por un instante eterno. Yo creo que sí existen sentimientos que lejos de desaparecer, crecen cada día. El amor por los hijos, por ejemplo. Por supuesto no les somos necesarios, pero a mi me basta con amarlos.
Me dejas con un enorme suspiro en este instante en el que tu poesía se convierte en pensamiento.
Porque la poesía, a veces, nos araña el corazón y nos detiene la mirada para poder ver más allá de las palabras.
Un gran abrazo.

Marisa Peña dijo...

Sí claro, nuestros niños sí, ellos sí... Nuestro amor por ellos es eterno y siempre permanece. Y también otros sentimientos, si los cuidamos, crecen y perduran.
Lo que no permanece es aquello que, como el tiempo, como la juventud, pasa sin darnos cuenta. Y también aquello que nunca nos perteneció realmente. Mil besos querida amiga.

MªTeresa Gómez Puertas dijo...

Desesperadamente cierto...no somos el ombligo de mundo.

Marisa Peña dijo...

Así es. Somos parte del mundo, pero pasamos, como todo, de forma fugaz. Un abrazo.

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