viernes, 24 de octubre de 2008






Imagen: Xavier Sálomo





Si dijera de pronto que me rindo,
que ya no puedo más,
que estoy cansada,
alguien que no conozco
me gritará : ¡cobarde!


Y yo no escucharé,
me quedaré sentada, inmóvil, quieta.
Mi cuerpo será piedra indiferente,
y ya no sentiré.

Me habré salvado al fin.


No me estremecerán los fríos vientos.
No empapará la lluvia
los huesos de mi cuerpo, inexistentes.



Resistiré los embates de las olas.
Y los gritos,
serán tan sólo ecos
contra mi dura roca.


No me conmoverán llantos ajenos
ni unas manos tendidas, suplicantes.
Seré inmune a la ajena indiferencia.

Y ya no seré yo:
seré sólo una rama,
hoja seca en un árbol aterido
sin resquicio de vida...

Seré sólo un ropaje,
una camisa al sol,
cuerpo deshabitado de mí misma.

15 comentarios:

Popi dijo...

Qué bonito por triste,chica.
Es cierto: si no quieres sufrir lo mejor es no actuar, pero entonces ¿para qué estamos en esta vida?
Todo placer conlleva siempre algún dolor, físico o mental. La indiferencia elimina al ser humano para convertirnos en piedras, inmóviles, quietas. Aún así, hasta las piedras desprenden energía si les pillas el punto, así que todo es cuestión de pillarle el punto, fijatetú, como a las lentejas que me estoy preparando!jajaja
kisses y merci.

Marisa Peña dijo...

"Dichoso el árbol que es apenas sensitivo..." Pero en realidad si dejamos de sentir y de sufrir dejamos de ser nosotros mismos con lo cual: a sufrir tocan...
Un beso y que aproveche.

Marta Fernández Olivera dijo...

¿Que seria de la vida, de nosotros si fuesemos insensibles?prefiero sentir aunque por ello tb me lleve disgustos, las rocas, los arboles como bien dice "popi", acumulan energia, que nosotros si podemos sentir..las corazas solo hacen de nosotros un "nada"nos anulan la esencia y nuestro sentido de la vida.Poema triste, pero tan cierto..yo en una etapa de mi vida me converti en roca, en rama, cuerpo inexistente de ilusion de vida, zombie cotidiano de las calles..pero eso ya paso! :)
Un beso
Marta

Marisa Peña dijo...

Todos alguna vez anhelamos no sentir para no sufrir, pero la insensibilidad es un precio muy caro así que aceptaré que sufrir es una parte del trato...
Un beso muy fuerte

juan pascualero dijo...

Cuando ya no suframos, añoraremos la vida. Muy bueno tu poema.
Ah! Y el árbol es muuuuy sensitivo, pero no podemos darnos cuenta (¿Amado Nervo? tampoco)

Marisa Peña dijo...

Tienes razón, en eso R. Darío se equivocaba: los árboles son sensitivos y maravillosamente llenos de energía y vida. Nos transmiten su serenidad y su fuerza recogida directamente de la madre tierra.
Me alegra que te haya gustado. Un abrazo.

Unknown dijo...

Mmmm. Ilusión. Expresión de deseos.
Envidia de la piedra y de la rama. Una buena estrategia por un rato.
Las tripas cualquier día sin aviso rompen la cáscara y gritan.Y si las acallamos mucho tiempo, gritan tan fuerte que nos vuelven locos.

Borromín dijo...

Yo soy de los que se ha rendido, de los que he tirado la toalla, de los que se deja mecer por los embates de las olas y por la ya fría brisa marina.

Soy de los que he abandonado... tal vez porque nadie me ha gritado "¡cobarde!".

Y efectivamente como bien dice le santi llega un momento que todo se hace tan duro que provoca locura.

Como siempre sólo puedo decir... MARAVILLOSO (con mayúsculas, para gritarlo bien alto). Un abrazo

Marisa Peña dijo...

Tienes razón Santi, es sólo una estrategia.( Táctica y estrategia que diría Benedetti)En realidad nunca seré una piedra, ni siquiera un guijarro... Porque mi corazón de invierno no deja de latir, y tiritar cuando leo vuestras palabras y os encuentro en mis torpes versos...

Marisa Peña dijo...

No te rindas, no digas más "no puedo más y aquí me quedo"... Lee las "palabras para Julia " de Goytisolo y dedícatelas, como yo ahora te las dedico. Un abrazo de corazón a corazón...

MªTeresa Gómez Puertas dijo...

A veces una retirada a tiempo es una victoria....gran poema.

Marisa Peña dijo...

Hermosa reflexión. Gracias por tus palabras y tu lectura.Un abrazo

carmen jiménez dijo...

Es triste convertirse en una estatua de sal, pero a veces, es más triste contemplarla y sentir su indiferencia. Entonces, uno/a también desearía convertirse en piedra y no sufrir por alguien que ni siquiera te ve, envuelto/a en su sufrimiento, sin importarle la lluvia que empapa otro cuerpo.
Un poema hecho imagen.
Un gran poema.
Un abrazo.

Marisa Peña dijo...

Me gusta leer tus palabras porque tus lecturas siempre enriquecen mis poemas. Gracias

francisco aranguren dijo...

Me habré salvado al fin. Este verso me ha hecho parar. El poema me parece estupendo. Pero este verso es la clave par mí, porque de lo que uno quiere salvarse es del dolor de amar. Amar es apostar la vida, estar en guerra, perder la comodidad... Pero qué vida queda sin amor. Ahí el poema va demostrando que esa salvación, vista como tal en ocasiones difíciles, no es verdadera. Es muy bello.

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