jueves, 24 de abril de 2008

Enfermedades del alma




Siempre supo que sus enfermedades no eran sino enfermedades del alma. El cuerpo, su cuerpo, no hacía sino reflejar todo aquello que la atormentaba. Luchaba con todas sus fuerzas por ser feliz, por encontrar su lugar en el mundo, por abrir sus manos y ofrecerlas sin miedo. Dar, recibir. Ese era el juego de la vida. No había refugio posible. Detrás de las ventanas todo parecía seguro. Pero fuera la esperaba abril, que con su ritual de renacimiento , la impelía a abandonar su refugio para dejarse acariciar por la intemperie.

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