lunes, 8 de septiembre de 2008


A veces el amor nos llega de improviso...
Nos quedamos parados, callados, expectantes.
Con miedo a que se rompa en mil pedazos este nuevo temblor que nos habita.
A veces el amor nos llega de improviso...
Se instala, se acomoda, se vuelve necesario.
Nos detiene en el tiempo, nos hiere, nos sepulta.
Y luego, una mañana, de repente, se ha ido...
Gritamos, lo llamamos, corremos tras su busca por mil calles sin nombre.
Separación absurda, miedo, angustia, delirio.
Después , una vez asumida la derrota, lo dejamos marchar...

6 comentarios:

Borromín dijo...

Cuan cirtas tus palabras, más he de decir que hay veces que simplemente lo dejamos pasar "con las manos en los bolsillos", por delante de nuestra puerta, para evitar el dolor y el sufrimiento que nos deja su marcha...

Un abrazo.

Marisa Peña dijo...

El dejarlo pasar, e incluso el huir de él cerrando puertas y ventanas a su paso, es otra triste forma de derrota. Un abrazo también para ti

Unknown dijo...

Es que muchos somos pacifistas del amor, no queremos pelear esa batalla que suponemos perdida de antemano, olvidando que no puede ser feliz quien no ha sufrido heridas y quebrantos. Muchos somos cobardes o lo fuimos en alguna ocasión. Me ha pasado a veces lo de Borromín.

Sigue la música en tus versos.

Marisa Peña dijo...

Es difícil, por no decir imposible, salir ileso del amor. Un abrazo Santi

carmen jiménez dijo...

Parece que fuera de repente. Pero no. El amor a veces llega de repente, pero el desamor duele día a día hasta que por fin lo dejamos marchar, mucho después de haberse ido ido ya. La próxima vez meteré mis manos en los bolsillos. Bastantes quebrantos he tenido ya. Creo que podré ser feliz sin más heridas.
Un placer haber descubierto tu blog y gracias por tu comentario.
Mi pena es no poder sentarme una tarde entera y leer. Leer poesía hasta saciarme.

Marisa Peña dijo...

Bienvenida. espero que sigamos leyéndonos hasta saciarnos. Un abrazo.

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